Con el coronavirus viajando por doquier, las Islas Cook, ubicadas sobre el Pacífico, decidieron aplicar restricciones tan duras, en la que nadie podía ingresar al país, salvo los de Nueva Zelanda, país del que las Cook son Estado libre asociado. “El objetivo es proteger a la población, de solo 17.500 personas, del mal que amenaza al resto del mundo, pero que aún no se había cobrado ninguna víctima entre los cookianos”, señaló su primer ministro, Henry Puna. A pesar de que el turismo supone más de dos tercios del PBI (Producto Bruto Interno), del pequeño estado insular.
La dinamización de su economía es uno de los grandes problemas que deberá enfrentar, ya que la buena noticia es la ausencia de coronavirus, pero la mala nueva es la ausencia de turistas. Este paraíso de la polinesia neozelandesa deberá reinventarse para una pronta recuperación de su economía, mas allá de los excelentes resultados sanitarios por la pandemia del COVID-19. Si bien las Islas Cook, “Zona libre de COVID-19”, como declaró su primer ministro Mark Brown. Quien además remarcó que “el mérito de un resultado tan extraordinario ha sido fruto del trabajo excepcional de protección, información y saneamiento realizado tanto por la comunidad como por el sector privado y por el gobierno. Un trabajo que ha significado que este pequeño rincón del planeta esté intacto de la pandemia”.