BLURADIODIGITAL .- Difícil esconder la negritud y orígenes humildes de la atleta Marileidy Paulino. La gacela dominicana, hoy campeona olímpica, tiene un rostro y cuerpo tan familiar a todos los dominicanos.
Marileidy lleva el rostro de la cajera del supermercado donde compran las clases privilegiadas, y que ve pasar embutidos y vinos que en una sola compra pueden equivaler su salario del mes; Marileidy tiene el rostro de esa muchacha que la clase alta le impone su uniforme de nana, para que en lugares públicos y en reuniones privadas, se marque bien la frontera social entre “nosotros” y “ellas”; Marileidy tiene la cara y el cuerpo de una trabajadora de zona franca, de una banquera de lotería, de una salonera, y hasta de la muchacha que te fríe el desayuno en una esquina. Y detrás de ese rostro y ese cuerpo, van millones de dominicanas.
Ya lo habíamos visto también con Luisito Pie, cuyos orígenes la clase dominante suele celebrarlo en los escenarios mundiales, mientras aquí, en el patio, sus pares ancestrales padecen el menosprecio cuando no se les condena a la clandestinidad, la humillación o a la persecución permanente.
Si una brigada de la Dirección General de Migración se encontrara con Marileidy hoy, caminando en una calle de Santo Domingo sin su medalla, probablemente la embarcaría en sus atroces calabozos ambulantes, y en el vacacional de Haina la extorsionarían si no es que la mandan para Haití deportada. A una Marileidy que se presentase en un trabajo en un banco, probablemente no le darían el puesto frente a una de tez más clara. Y si se lo dan, con toda probabilidad le pedirían que se alisase el pelo.
Mientras la clase dirigente saca sus videos viendo la carrera (con actuaciones a veces un tanto patéticas, y donde Marileidy era apenas un pretexto para sus post de propaganda), las Marileidy niñas de hoy crecen en la pobreza en RD, y alto probable que les espere también un futuro de miseria material y social.
Felicitaciones, Marileidy Paulino, quien lo hizo a pesar de todo. Su proeza es un momento de pausa para un país cuyas mayorías sobreviven, por su color y orígenes, relegadas social, económica y políticamente.